La Gran Muralla
Al llegar a Beijing recibimos la invitación a unirnos a una visita a la muralla por parte de una chica española de Couch Surfing. Nos encanto la idea así que decidimos aceptar la invitación aunque sin tener muchos detalles sobre a que parte de la muralla íbamos a visitar. Solo sabíamos que teníamos que llevar comida, bebida y mucho abrigo.
Nos levantamos temprano y a las 8:15 estábamos en la estación de metro donde habíamos quedado reunirnos. Fue fácil identificar el grupo ya que era el único grupo de no chinos en toda la estación. El grupo era muy heterogéneo ya que teníamos nacionalidades de todo tipo, Canadá, Australia,. Francia, Inglaterra, Austria, Bielorrusia, Republica Checa, España, Italia y nosotros, los únicos representantes sudamericanos.
Nos tomamos un bus rumbo a una ciudad cercana a la muralla para luego tomarnos un taxi o combi hasta nuestro destino. Luego de unos 4 intentos por parte de taxistas chinos para que nos bajemos del bus antes de tiempo y así poder cobrarnos extra el viaje a la muralla logramos llegar a la ciudad que queríamos. Sepan disculpar que no pongo el nombre de la ciudad, esto se debe a que todo estaba en chino y aun no tenemos idea del nombre de la ciudad a la cual llegamos.
Al bajar del bus en la terminal se nos acercó una horda de taxistas que pretendían llevarnos a la muralla a precios extremadamente inflados. Por suerte en el grupo habían 3 personas que hablaban chino y se dedicaron a pelear el precio. Terminada la discusión monetaria nos subimos a la combi y viajamos a la muralla.
Ese mismo día teníamos un tren que salía a las 20 horas desde Beijing con lo cual teníamos que estar comenzando el regreso a eso de las 14 horas. En los papeles sonaba bien, salimos a las 8 desde Beijing y a las 11 debíamos ya estar en la muralla, recorríamos 3 horas y nos volvíamos. ¿Qué podía llegar a salir mal?
Llegamos a finalmente a una ciudad donde nos bajamos de la combi. No era para nada turística pero mucho no nos preocupamos ya que sabíamos que se podía acceder a la muralla desde 3 puntos distintos, uno extremadamente turístico donde se puede apreciar la muralla china y una muralla de turistas chinos paseando por ella y dos puntos menos turísticos. Esperábamos estar en uno de esos puntos menos turísticos y nos dejaba tranquilos ver la muralla en la cima de las montañas.
Comenzamos a subir por un sendero que si bien era empinado nos permitía ir hablando mientras subíamos.
Seguimos subiendo por más de media hora hasta cruzarnos con un grupo de chinos que estaba bajando. Yo llevaba la cámara colgada (bien de turista) y uno de los chinos que bajaba me dijo “Suerte con esa cámara, vas a necesitar las manos para poder subir hasta la muralla”. En el momento lo tome como una especie de bienvenida con los típicos modales chinos y seguimos caminando como si nada.
Al tiempo de seguir subiendo el camino dejo de ser un sendero para ser una simple huella en la montaña y cada vez mas empinada de subir. A esa altura nuestro gran grupo se había dividido en 3 subgrupos en base a las condiciones físicas de cada uno (los fumadores iban indefectiblemente quedando en el ultimo grupo junto con quienes nunca habían hecho deporte). Íbamos en el grupo de adelante y por suerte uno de los chicos era guía de escalada por lo que no podíamos haber tenido un mejor compañero.
Lo que antes era una huella a seguir en la montaña se había transformado en piedras por las cuales teníamos que trepar usando las manos y tratando de no resbalarnos.
Seguíamos subiendo y por momentos el único rastro que teníamos de que estábamos yendo por el lugar correcto era el ir encontrando basura cada tanto. Paradójicamente, estábamos felices de ver basura en la montaña. Llevábamos casi una hora y media subiendo, estábamos bien alto y no se veía mas la muralla entre medio de las montañas en las que estábamos (en cambio, si se veía a lo lejos en las otras montañas), lo cual nos hacia pensar que estábamos completamente perdidos.
Ya para ese entonces habíamos descartado la idea de poder llegar a tiempo a tomar el tren debido a que estábamos en el medio de la montaña y que irnos sin ver la muralla no era una opción. Ni bien encontramos un lugar un poco plano paramos a almorzar la comida que habíamos llevado, unos dumplings comprados en un minisúper que por el hambre que teníamos los disfrutamos como si fuera un asado argentino en el medio de la montaña.
Terminado el improvisado almuerzo seguimos subiendo y al cabo de unos 15 minutos finalmente logramos ver la muralla en la misma montaña por la que estábamos subiendo. Fue un alivio saber que ya casi estábamos llegando!
Seguimos subiendo por un rato más hasta que finalmente dimos contra una de las paredes de la muralla donde había una escalerita. La subimos y arriba de la muralla estaba esperándonos un chino para cobrarnos unos 4 yuans por el uso de la escalera – si, el habernos encontrado ahí, en el medio de la nada a un chino con su escalerita no hacia mas que confirmar que son 1.6 billones de habitantes y que hay chinos hasta donde no te lo imaginas!
Es difícil poder contar con palabras lo que sentimos al haber llegado luego de toda la subida, luego del haber llegado a un lugar que no estaba reconstruido y ver que la muralla sigue en pie luego de cientos de años, de comprender el esfuerzo que significo llevar todos esos ladrillos hasta ese lugar y ver la imponente dimensión de la muralla al ser una línea que se pierde entre las montañas.
Estábamos ahí, estábamos sobre una de las 7 maravillas del mundo y una de las obras mas espectaculares hechas por el hombre.
Nos sentamos en la muralla a contemplar el paisaje, recuperar energías y a esperar al resto de los grupos a que suban.
Finalmente, solo el segundo grupo llego y algunos de los chicos decidieron bajar por el mismo camino para ver por donde estaba el tercer grupo.
Nosotros decidimos caminar por arriba de la muralla hasta una de las partes reconstruidas donde sabíamos que se podía bajar en teleférico o al menos sin tener que arrastrarnos por las piedras.
Fue una hora de caminata por la muralla hasta encontrar la parte donde se podía bajar en teleférico. Pudimos ver tanto la parte reconstruida como la que se conserva tal como fue construida hace cientos de años. El resumen: una experiencia increíble!
Ya habiendo bajado de la muralla pretendíamos volver a la estación de buses que nos llevase de regreso a Beijing. Había un grupo de taxistas que nos rodeo y nos pedían 20 yuans a cada uno para llevarnos y nos decían que ese era un buen precio y no había más opciones para volver. Reconfirmamos que jamás hay que creerle a un grupo de taxistas intentando venderte algo ya que mientras vimos que se acercaba un bus. Todos miramos hacia el bus y la cara de desilusión de los taxistas nos indico que el bus nos iba a llevar a la estación que estábamos buscando. Corrimos hacia el bus y pese a los gritos de los taxistas indicando que no nos llevaba el bus hacia donde queríamos nos subimos. ¿El resultado? Llegamos a la estación que queríamos por 4 yuans cada uno J