Tercer día en Kyoto

El tercer día teníamos bastante más por recorrer. Así que primero paseamos por el templo que nos había quedado el día anterior, pero no entramos, otra vez porque era caro.

Después nos fuimos a sacar un par de fotos al arco más grande de Kyoto a riesgo de que nos pisen los autos porque queda en la mitad de la calle.. todo sea por tener lindas fotos.

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Cerca del arco hay un templo muy recomendado, Heian-jingū. Cuando llegamos nos pareció un poco exagerada la recomendación porque era un templo más y estaba bastante descuidado pero cuando entramos entendimos todo. Adentro había un parque enorme, con lagunas, pecesitos, garzas y patos. Todo muy cuidado. Con puente y rocas, bien al estilo el jardín japonés pero más grande y lindo. Este lugar nos encantó.

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Seguimos caminando y cruzando templos a los cuales nos abstuvimos de entrar por el tema de que cobran y son 500 mil templos, así que hay que elegir. Comimos algo al paso, aun debo admitir que lo bueno de Japón es que hasta el restorán mas chiquitos hace unos platos riquísimos, la verdad es que la gastronomía Japonesa nos enamoró.

Después fue el turno del paseo del filosofo, que es todo un paseo bordeando el río que tiene varios templos al costado del camino y hay varios árboles de cerezo, que son los que dan esas flores rosas tan lindas de las típicas fotos de Japón. Si bien los árboles no estaban florecidos el paseo era muy lindo y como todo en Japón estaba impecable.

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El paseo termina en la Silver Pagoda o Templo Ginkaku-ji . Esto nos ENCANTÓ! El paseo por los jardines impecables, el jardín con piedras y todo el camino de  montaña que termina con una vista de arriba de Kyoto muy linda. Vale la pena entrar.

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Después de la pagoda volvimos al hostel por nuestras mochilas ya que ese día hacíamos Couchsurfing. Para lo que no saben que es, consiste en tipo un Facebook pero donde las personas que viajan pueden pedir alojamiento a otras que ofrecen sus casas y te hospedas con ellos. De esta manera compartís con un local la experiencia y podés aprender mucho de la cultura si sabes aprovechar a tu hospedador.

En nuestro caso nos tocó un Japonés de 40 años, que vivé solo y le gusta mucho hospedar a gente (creo que hospeda gente casi todos los días). La verdad que muy buena onda. Fuimos a comer los 3 a un restorán cerca de la casa y seguimos probando platos típicos riquísimos. La única contra fue que Masato (nuestro hospedador) tenía que irse al día siguiente a las 8 de la mañana así que tuvimos que madrugar con él.

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