Confirmando mitos

Tomamos el vuelo a Moscú desde Madrid y ya desde el aeropuerto confirmamos el mito de que los rusos viven borrachos. Primero se nos acercó uno tomando vodka en el aeropuerto a hablarnos y nos pedía disculpas por su estado de ebriedad. Luego en el avión, al lado de Pau se sentó otro que iba tomando vodka de una botella y le decía en un cuasi español “bonita no te preocupes, no estoy borracho, esto es para dormir”.

Salimos del aeropuerto y mientras viajábamos en el tren hacia la ciudad encontramos toda la ciudad nevada, por ahora los mitos de frio y problemas de los tipos con el alcohol venían confirmándose.

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Habíamos quedado en encontrarnos con la chica que nos iba a hospedar en encontrarnos en una estación de metro cercana a su casa y nos dio las indicaciones de que línea tomar y como llegar al punto de encuentro, el problema es que las indicaciones estaban en ingles y todo, absolutamente todo en el metro estaba en caracteres cirílicos. Si a eso le sumamos que nadie habla ingles (y nosotros desgraciadamente solo sabíamos decir hola y buen día en ruso) y una señalización de como llegar a las estaciones que data de la Rusia comunista, se puede decir que estábamos jodidos. Ahí comenzamos a entender por que todo el mundo nos había dicho que Rusia es complicado.

Fue así que empezamos a deducir como traducir del alfabeto cirílico al nuestro y encontramos el nombre de la estación a la que teníamos que ir. Nos tomamos el metro del mismo color de la línea que teníamos que tomar pero para nuestra sorpresa descubrimos ya tarde que estábamos viajando en la línea incorrecta. Mas tarde íbamos a descubrir que lo que estaba marcado con el color del metro que debíamos tomarnos indicaba que teníamos que subir un piso para llegar a esa línea.

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Teníamos que avisarle a la chica que nos iba a hospedar que estábamos demorados por lo cual buscamos un teléfono publico. Ahí encontramos la segunda complicación, teníamos como discar al celular de la chica desde el exterior pero desconocíamos como marcar a celulares desde un TE publico ruso. Le preguntamos a varias personas como poder llamar pero nadie nos entendía hasta que por suerte un pasajero se apiadó de nosotros y desde su celular llamó a nuestra anfitriona. Luego de volverá la estación original y tomarnos el metro en la estación correcta nos encontramos con Sasha, nuestra anfitriona y confirmamos el ultimo mito ruso, las rusas son muy lindas.

Comenzamos a hablar con Sasha sobre los borrachos que habíamos visto y nos conto que es muy común y que un dicho común entre las mujeres rusas es que si el hombre no les pega y no se emborracha entonces es un santo. Si a eso le sumas que los tipos son muy feos y las minas son muy lindas se puede decir que es la combinación casi perfecta para que cualquier latino reine por tierras rusas. Como prueba de ello, Sasha luego nos conto que esta enamorada de un chico argentino que había hospedado hace un tiempo y que tenia ganas de irse de viaje junto con él.

Esa noche salimos a cenar comida típica y a recorrer Moscú con Sasha. La ciudad ya comenzaba a sorprendernos y mientras caminábamos Sasha nos contaba los cambios que se habían vivido desde la caída del comunismo, desde un montón de gente que perdió sus empleos, la ola masiva de divorcios que se sucedieron debido a que antes estaba prohibido divorciarse, a la nueva locura de la gente por el dinero y al nacimiento de las mafias rusas.

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En la foto debajo se logra ver uno de los 5 antiguos rascacielos que tiene Moscú que mandó a construir Stalin luego de terminada la segunda guerra. El motivo de construir estos rascacielos fue que se dieron cuenta que la ciudad era enorme pero baja en altura y querían tener edificios lindos e imponentes para impresionar a los visitantes de la ciudad, el detalle fue que durante los tiempos de la cortina de acero era prácticamente imposible visitar la ciudad salvo que se cuente con una invitación del gobierno.

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En Rusia el dinero es la regla y para volver a la casa de Sasha aprendimos que es normal parar cualquier auto de la calle y pedir que te lleve. Es decir, todo auto sirve como taxi ya que casi todos los particulares están dispuestos a desviarse un poco de su recorrido con tal de hacerse unos billetes.